jueves, 29 de noviembre de 2012

6. El concierto

-¿Entonces puedo dormir aquí unos días? –lo preguntó de tal forma que no me pude negar.

-Sí, está bien. Puedes quedarte unos días... ya pondremos unas normas. Tengo otra habitación con una cama, pero está llena de trastos, ayúdame a despejarla un poco y no hará falta traer el somier con patas del que habla Martín... ¡que seguro que tiene hasta chinches!

Mi broma no le hizo mucha gracia a Alma. Desde que Martín preguntó por qué lloraba la noche anterior sus ojos se tornaron brillantes y su cara triste. Decidí preguntar –con más suavidad que Martín- y acabó contándome toda la historia con Uve, cómo la había dejado en el peor sitio para dejar a una mujer sensible como ella, en el Baco.

Recogimos el cuarto en silencio y tomamos otro café bien cargado. Me preguntó por mis estudios y mis planes de futuro y, antes de responder, me di cuenta de que la vida que tenía planeada ya no era la vida que quería. Era una vida cobarde, era una vida que continuaba con mi huida.

Desde que ocurrió aquello no había vuelto a tener amigos, no había vuelto a tener una vida al margen de mis estudios y mi familia. No pude huir de la ciudad por los estudios, pero me había cambiado de barrio sin dar noticias a mis antiguos amigos, había planeado un futuro lejos de allí en cuanto acabase la universidad para poder terminar mi huida.

Pero ahora, ante la pregunta de Alma, me di cuenta de que huir no era salida para nada. Podía volver a hacer amigos y encontrar sentido a mi vida sin necesidad de estar lejos físicamente de todo aquello, el tiempo pasa y borra las heridas. Y Martín y Alma parecían buena gente... Quizá con el tiempo se convirtiesen en mis amigos.

Alma me miraba, seguramente cuestionándose si su pregunta era tan difícil como para que me tomase tanto tiempo en pensar la respuesta, así que contesté lo primero que se me vino a la cabeza. “Estudio filosofía y después haré un máster”.

Mi respuesta me sorprendió, aunque a Alma le pareció de lo más normal. Empecé a notar que algo cambiaba y tuve una sensación de paz interior que no había tenido desde que ocurrió aquello.

-¿Tú qué haces?

-Trabajo en una juguetería... No gano mucho, pero me da suficiente para mantener el piso con Uve y algunos caprichos... Aunque ahora tendré que buscar otro piso... Y tendré que ir a por mis cosas, y volver a ver a Uve...

-Tranquila, tranquila. No te agobies. El piso, de momento, te puedes quedar aquí. Y si no encuentras nada y vemos que nos llevamos bien... Igual podría alquilarte la habitación, si te gusta, claro. Respecto a tus cosas, después hablamos con Martín, así te acompaña y no te sientes tan sola, y puede traer las cosas con la furgoneta.

Mi respuesta la tranquilizó. La dejé sola en su nueva habitación y me fui a organizar los pocos apuntes que había cogido esa mañana en clase y a intentar no pensar demasiado en los cambios que acababa de decidir que quería hacer en mi vida. “No es el momento”, me dije.

Alma llamó a la puerta cuando terminaba de recoger mis cosas. Me sobresalté, había olvidado por completo que no estaba sola.

-¿Vamos a ir al concierto? –preguntó.

-Sí, a mí me apetece salir de casa –tenía cara de preocupación-. ¿Por qué? ¿No tienes ganas?

-Sí, la verdad es que tengo muchas ganas de salir a olvidarme de todo...

-¿Pero?

-Pero no tengo qué ponerme... –no pude evitar reírme.

-¡Tranquila mujer! Yo creo que tendremos más o menos la misma talla, así que abre el armario y elije lo que más te guste.

Yo ya había sacado mi ropa, pantalones negros y camiseta gris. Ella escogió un vestido blanco, casi virginal. Salimos de casa tarde y, cuando llegamos al local, el concierto ya había empezado. Nos sentamos en la barra y Alma consiguió que le pusieran un San Francisco.

El local, contra todo pronóstico, estaba bastante lleno y había gente que incluso conocía alguna de las canciones. La verdad es que el Chupacabras cantaba algo mal y se le iban algunos acordes con la guitarra, pero en general no sonaba mal. Acabamos bailando y riendo y nos lo pasamos muy bien.

Martín se acercó al terminar, nos tenía el ojo echado desde que entramos por la puerta.

-Habéis llegado tarde, ya pensé que no vendríais...

Alma empezó a hablar con él y yo aproveché para ir al baño. Había bebido varias copas y empezaba a sentirme un poco borracha. Menos mal que al día siguiente no tenía clase.

Me lavé la cara para despejarme y, al levantar la cara y mirar al espejo, no me vi a mí. Vi a la antigua Carolina. A la de antes de que ocurriese aquello. La vi cuando conoció a Mario, en su primer beso, su primera vez... Y después la vi aquella noche. Vistiéndose, tomando una copa antes de salir de casa, arrancando el coche...

-Carol, ¿estás bien? Llevas mucho rato aquí dentro... –tardé en reaccionar.

-Sí, Alma. Estoy bien. ¿Y tú? ¿Te estás divirtiendo? –reparé un momento en su copa-. ¿Cuándo has pasado a los whiskys otra vez?

-Ah... Bueno, ha sido Martín. Se está poniendo un poco tonto conmigo... yo creo que quiere algo.

-Mmm, ¡qué interesante! ¿Y tú quieres algo?

-Venga, vamos, nos están esperando –lo dijo ya arrastrándome fuera, no me dio tiempo a rechistar.

Pasé el resto de la noche metida un poco en mi mundo. Daba vueltas a un posible cambio de rumbo, a lo que había estado pensando por la tarde, pero a la vez no podía dejar de pensar en aquel día.

El local iba vaciándose, Julio y Yoel ya se habían marchado y el Chupacabras estaba intentando ligarse a una chica bastante feúcha, pero que parecía preciosa a su lado. Martín propuso que nos fuésemos a casa y nosotras, obedientes, le seguimos.

Al llegar se metió a la ducha, aunque era ya de madrugada. Dijo que era un ritual después de los conciertos, que sudaba tanto que no podía acostarse así. Nosotras buscamos donde acostarnos y encontramos dos camas. Nos metimos en una cada una, suponiendo que él dormiría en su famoso somier, o quizá en el sofá.

Sin embargo, a la mañana siguiente me levanté la primera, y Martín y Alma estaban en la misma cama. Hice café para los tres y me metí a la ducha.

Noelia. 29 de Noviembre de 2012.

4 comentarios:

  1. Aquí empieza a haber ya acción. Parece que a partir de este punto sucederán cosas interesantes en cuanto a la interrelación de los personajes entre sí. Un final muy sugerente justo antes de pasarle el turno a Lucía. La pelota está en su campo y ahora la única incógnita es si ella misma aclarará el futuro conjunto de Martín y Alma o pasará la bola a Dani. La historia adquiere tintes de lo más sugestivos y la trama comienza a agitarse de forma inevitable. Veamos en qué deriva…

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  2. Bueno, dos ejes tiene el relato, después de volverlo a leer, uno es el "aquello", ya te lo dije, que abre una incógnita por descubrir y de que manera pueda afectar a sus decisiones.El otro lo abres al final, y como dice Gonzalo arrojando el desafio para Lucia, que tendrá que decidir que pasó realmente entre los dos. Pero claro, el "aquello" permanece y de alguna manera condiciona, acechando en la sombra. ¿Afectará a la relación de los protagonistas? Veremos.

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  3. Noelia, se nota que aquí fuiste a hacerme daño, aún así te lo perdono. Me lo dejaste en un punto jugoso.

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  4. Bien, bien. Aquí como dice ender planteas esas dos incógnitas. Realmente ese "aquello" abre la caja de Pandora y además le da el fondo a Carol, que ahora tiene un pasado, con sus consecuencias, con los condicionantes que encadenan las descisiones del personaje. Está escrito de una forma muy fluida pese a tener una gran parte de introspección, muy bien llevado.
    Me ha hecho reir ese apunte a la estética del Chupacabras, y creo que has sabido mezclar los distintos elementos, manteniendo cada personaje con sus realidades y avanzando en la trama. Realmente creo que aquí ya se está desencadenando esa historia que no sabemos donde nos llevará. Los hemos creado y puesto en el mismo sitio, cruzado sus vidas, ahora es cuando vemos qué consecuencias tiene eso.
    Y el final. A mí un final así me hace sufrir y me intriga. Llevo una semana esperando por donde sale Lucía, qué peligro. Continúa el juego.

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